Para darle vuelta a las cosas, meditar sobre ellas, sobre la alegría, la muerte, la vejez, el futuro, la amistad, necesitamos un toque de atención, lecturas, afrontar las ideas de grandes pensadores.

Meditar es sumergirse en la realidad y darse un baño de ser, nos ha dicho Pablo d´Ors. Y el doctor Marañón escribió: “Cuando se medita, y yo gusto de la meditación, pocas cosas pueden sorprendernos en la vida”.

Meditar nos hace fuertes; es preocuparse de las cosas. Meditar en silencio nos abre nuevas experiencias y pone los retos de la vida cotidiana en su justo lugar, sin ilusiones vanas. “Meditar en silencio desenmascarará las falsas ilusiones” nos dice Pablo d’Ors. Y además podemos citar a nuestros autores cuando deseamos un apoyo a nuestras ideas al hablar o escribir. Como otro valor añadido, podremos descubrir a escritores que no están en nuestro acervo cultural.

Los meditadores españoles del siglo XX, y de lo que llevamos del XXI, han publicado obras de gran importancia para el pensamiento universal y han hecho aportaciones intelectuales que nos deberían enorgullecer y que nos ayudarán en nuestro cotidiano quehacer. Los pensadores no se ponen al teclado para escribir ideas brillantes o frases que se puedan citar, o que ayuden a otros a superar los baches del camino de la vida, sino que persiguen unas ideas y las desarrollan en ensayos, novelas, poemas, artículos. Unamuno, Ortega, Benavente, Juan Ramón Jiménez, los María, Marañón, Luis María Anson, Baroja, Azorín, Ramón y Cajal… nos regalan frases para meditar.